Día de la morcilla 2013
Día de la Morcilla pasado por agua. Llegamos a Canillas de Aceituno con un día que se iba cerrando poco a poco, con frío y nubes. Después de un breve paseo comenzó a llover, y nos refugiamos en la iglesia, donde estaban los cofrades, recién terminada la misa, esperando para salir a procesionar a la Virgen de la Cabeza, así que aprovechamos y nos quedamos para verla salir desde dentro. No duró ni dos calles la pobre porque volvió a llover, con más intensidad. Paró y volvió a llover una tercera vez. Esta vez nos refugiamos en un bar, el bar del inglés (bendita puntería) donde pedimos un «local wine» (vino dulce de la tierra, porque «sweet wine» por lo visto es una mala traducción). La cuarta llovizna del día terminó de fastidiar la cola de personas que estaban haciendo cola para comer morcilla.
En esa cuarta ocasión pasamos definitivamente de la fiesta popular y nos refugiamos en otro bar sin intención de salir si escampaba. Queríamos probar la morcilla de la tierra, como fuera. Lo cierto es que el día de la morcilla no es sólo una feria en las calles, sino que los bares del pueblo se suman y ofrecen sus productos. Esta primera que probamos fue una morcilla picantona muy buena. Luego acudimos al Bodegón de Juan María donde probamos otro tipo de morcilla, más suave y dulzona, croquetas de morcilla que estaban realmente buenas, y un chivo al ajillo que tampoco era para tirar cohetes (muy grasiento y aceitoso todo).
Aprovechando que estábamos cerca nos llegamos a tomar un café en el Hotel La Viñuela, con vistas al embalse. Un sitio muy tranquilo y muy bonito en el que pasar un buen rato (y no fue caro el café, a pesar del entorno). Como suele pasar en Málaga, las nubes ya eran historia y el sol pegaba con fuerza, así que pudimos tomarnos en el patio, con el sol de cara, un capuchino vienés con espuma de café.
Esperamos poder volver otro año a Canillas de aceituno para disfrutar de su día de la morcilla sin tener que llevar el paraguas.