Bodega La Odisea
A los pies de La Coracha, emblema malagueño donde los haya, se encuentra una bodega familiar de lo más entrañable. Un sitio que cuenta con ciento y un motivos para ir y otros tantos para volver. Bodega La Odisea se sitúa a pocos metros de Gross Dentistas, justo en la esquina que hay entre el Museo del Patrimonio y el tunel de la Alcazaba, en el incio del PR-119 de Gibralfaro. Es de las pocas casas originales de La Coracha que se salvaron de ser demolidas, gracias a la oposición de su dueña, madre de los actuales propietarios, que se negó a abandonarla para protegerla. Y esta historia la conocemos no por habernos documentado expresamente para esta crónica, sino que ellos mismo te lo cuentan. Preguntad al camarero o a su mujer, la hija/nieta de la dueña original, y os contará la historia. Si os gusta la historia en general, y la de Málaga en particular, os va a encantar la experiencia.
Además, si váis no os quedéis en la entrada: pasad al patio del fondo, un antiguo refugio de la guerra civil, un oasis dentro del bullicio de la ciudad. Silencioso, fresco, apartado de la ciudad a pesar de estar en el mismísimo centro de Málaga. La Odisea es sin duda uno de los lugares con más encanto que tiene la ciudad. Pero vamos a lo que importa… ¿cómo se come allí?
Lo cierto es que la comida va a muy acorde con el sitio: cocina meditarrena casera, auténtica donde las haya. El día que fuimos a La Odisea parábamos en realidad para hacer tiempo antes de ir a comer a otro sitio… y al final terminamos pidiendo casi todos los platos que tenían en carta. Migas, zanahorias árabes, albóndigas, su platito de queso y sus berejenas encurtidas, chorizo… y ojo con la tortilla de la abuela… no sólo porque está espectacular, que lo está… sino porque la hace la abuela de verdad, genealógicamente hablando.
Para maridar, quien quiera, puede hacerlo con todo un surtido de vinos de Málaga: moscatel, lágrima, pajarete… aparte de cerveza victoria o refrescos para los menos atrevidos. De hecho, este sitio se denomina como Bodega, y así se puede ver en cuanto entras por la puerta y ves la gran variedad de barriles que tienen. Si eres un apasionado del turismo enológico, prueba su increíble variedad de vinos y pregunta por sus catas, que organizan con bastante frecuencia.
Por ponerle una pega, la música fue lo que menos me gustó de mi experiencia allí. Un sitio como ese pide flamenco, no necesariamente cante jondo, pero si algo ligeramente aflamencado, algo suave que no moleste por su estridencia. Vicente Amigo, Paco de Lucía… quizás el Lágrimas negras de Diego El Cigala y Bebo Valdés… en su lugar se podía oir música clásica, que tampoco está mal, y de hecho se agradece más que un hilo musical basado en pinchar Cadena Dial. Pero quizás, insisto, le pegaría más algo de flamenco instrumental.
Por su ubicación tan peculiar, por su interesantísima historia personal y empresarial, por su decoración andaluza, por el encanto del patio interior, y porque la comida mola bastante, recomendamos fuertemente acudir a Bodega La Odisea de Málaga, en el centro de la ciudad, sobre todo si vas con visita de fuera y quieres asombrarlos con nuestra historia.